Eran las siete y cuarto de la mañana y ya tenía puesta la ropa de cirugía. Miraba el reloj a cada rato, no estaba intranquilo, estaba apurado. Necesitaba con urgencia le quitarán esos tumores, fuente de tanto dolor insoportable. La medicación era tan inútil como tomar aspirina, la codeína era moderadamente buena pero…produce adicción, está bien que era fanático de Dr House, pero ya se parecía demasiado por el bastón y su forma de ser, para agregarle el toque final de adicto a la codeína para ser su gemelo perfecto.
Las horas fueron pasando y la impaciencia se fue acrecentando, lo bueno es que mediante sus dotes de percepción pudo conseguir una habitación para él solo, al esperar hasta último momento mientras el enfermero preguntaba a los que pacientes quienes estaban para internación, al quedar último y observar al ingresar al pasillo que solo quedaba una habitación para hombres, sabía que esperando, sería para él.
Lamentablemente a la tarde, ingresaron a un señor de edad hinchado como un sapo y las consabidas mujeres molestas que acompañan a este tipo de pacientes, o sea: su mujer y su hija (ahora comprendió el acto que hizo el odontólogo Barreda).
Lo más patético fue tener que ver como lo llevaban al baño y mientras la mujer tenía la puerta apenas cerrada sentada en el piso al lado del señor en cuestión mientras éste soltaba toda la artillería durante…media hora, si mi querido lector, media hora. En un momento pensó que su karma no podía ser peor, era solo el principio.
Luego del catastrófico encuentro en el baño, las mujeres pasaron a hacer la consabidas alharacas al mismísimo pedo y hacer un picnic, obviamente olvidando que había otro paciente a dos metros del circo que habían montado.
Por suerte el viejo se complicó y tuvieron que entrar dos enfermeros a prepararlo para otra cirugía, se notó la molestia en ellos al tener que usar tres maquinitas de afeitar de hoja para poder afeitarle el vientre, parecía que se había comido una pelota de básquet…y al entrenador, en un momento temió que saliera un alien de ahí dentro o la mismísima Sigourney Weaver.
En fin, se lo llevaron a las 22 y no volvió más. Pudo descansar y dormir temprano sin sobresaltos. Cada tanto la enfermera bonita entrada en carnes revisaba su suero. Estaba cansado, el paso por quirófano no fue lo esperado.
La cirugía fue más traumática que la última vez, o quizá más tragicómica. Lo prepararon en la camilla del carnicero, le pusieron los electrodos, el sensor cardiológico, la anestesista le puso la peridural y cuando ya tenía las piernas completamente dormidas llega el cirujano y les dice que la operación era boca abajo, la cara de las enfermeras era de incredulidad, la cual pasó a unas palabras hacia los dos cirujanos que no se pueden repetir, se dijeron mas chanzas y dardos envenenados entre ellos, el clima era distendido y risueño, se notaba que se llevaban excelentemente, con mucho esfuerzo lo dan vuelta entre los médicos y la anestesista simpática que tenía el pelo rojo furioso.
Cuando la operación llevaba algo de hora y media, se escuchó que el bip-bip del monitor cardiológico se salía de la tranquilidad pasiva que venía sonando hasta ese momento. Una orden imperiosa del médico que no pudo entender porque en ese preciso instante alguien le estaba poniendo la mascarilla, alcanzó a sentir el movimiento de las mangueritas en su brazo izquierdo, un calor penetrante en su antebrazo y luego, la obscuridad.
La anestesista le tomaba la presión, miro alrededor y reconoció la habitación, la presión saltó de 13 a 18, el corazón falló, el stress de la cirugía con anestesia local fue demasiado y su corazón lo hizo notar. Nada que una inyección de adrenalina y un masaje cardíaco no lograra superar. Le dolía el pecho, sentía las costillas de gelatina, una carraspera en la garganta inflamada por la intubación y un aneurisma en la arteria femoral mostrada en una eco doppler de urgencia.
Y todavía quedaba saber si podría recuperar la movilidad de la pierna.
El médico llega recién al otro día para quitar el drenaje y ver los resultados. La pregunta sin emoción, fue dicha al pasar.
-¿Y doctor?