viernes, 12 de octubre de 2012

MONSTRUOS



Tenía tanto miedo que se le erizaban los pelos, corría a tropezones por la calle obscura intentando llegar hasta el bosque. Los monstruos le seguían de cerca, podía escuchar sus voces y el jadeo de ellos al correr detrás de él.
Sabía que si era atrapado sería su fin, muchas veces había escuchado historias de los que se adentraban por curiosidad y nunca más volvían. Conoció una vez el caso de uno que fue atrapado y pudo escapar, en su cuerpo quedaron las huellas de la tortura al ser analizado, pinchado en infinidad de estudios médicos. Las imágenes en su mente le aterraban, no quería terminar despedazado en frascos etiquetados.
Se enredó entre las plantas y peleó con esas enredaderas creyendo que eran las horribles bestias que le perseguían.
Gritó de miedo y supo que era su fin, ese grito alertó su posición. Pensó en su familia, sus hijos sufrirían mucho por su culpa, esto le infundió una fuerza núnca antes sentida, decidió que era momento de dar batalla. Eran muchos, pero no le importó. Se escondió detrás de un árbol y esperó.
El primero que llegó se frenó de golpe, las huellas terminaban ahí. En ese instante corrió y saltó sobre él, sabía que tenía que inmovilizarlo antes que usara las garras. El golpe los atontó a los dos, la furia contenida se desparramo en la criatura. El liquido pegajoso y caliente lo asqueo. Lo miró un segundo y pudo ver en esos ojos pequeños y aturdidos el odio que sentía. El sentimiento era mutuo. De un solo movimiento torció esa cabeza hasta que tronaron los huesos.
Sintió un zumbido y la electricidad corrió por su cuerpo, las convulsiones no le permitían levantarse, solo se retorcía de dolor. Una red le cayó encima y lo último que vio fue un garrote que le dio en la cabeza y la noche se hizo en su mente.
Cuando despertó se encontraba en una habitación muy iluminada, sus ojos no soportaban esa luz. Unas figuras de blanco con sus rostros cubiertos por una escafandra se acercaron a él. Acercaron una mesa en donde pudo ver una infinidad de instrumentos desconocidos, pero se dio cuenta que le causarían dolor. Los hombres tomaron un escalpelo cada uno y procedieron a cortar al extraterrestre mientras relataban a un micrófono todo lo que iban haciendo. El pequeño ser del espacio pensó en su hijos antes de morir bajo el bisturí de los humanos.