domingo, 22 de noviembre de 2009

EL ABRAZO




Pareciera que esto no terminara nunca, tanta soledad, la soledad de no tenerla cerca, el imposible exacto momento de besarla una vez más. Solo es un sueño, tan inalcanzable como lo que voy sintiendo a cada respiro suyo. Tal vez… ¿habrá algún día un tal vez? Sigo sin comprender que fue lo que me transformó de oruga a mariposa con alas marchitas, en la triste penumbra de mi corazón busco atormentado el significado de mi lágrima infinita y solo encuentro una palabra fundida en mi sangre…amiga. Eso que no digo, porque moriría de vergüenza, un te amo en la lejanía de una playa desierta acunado en mi sueño. Tantas cosas siento, pero solo me conformo con ese abrazo escuálido que me das, que me mezquinas una y otra vez que llegas a casa. Tanto para confesarte, mi vida, mi amor, mi amiga.

martes, 4 de agosto de 2009

ETERNIDAD

La espera se hacía tediosa, el solo hecho de pensar en cualquier cosa interesante se volvía un proeza, ya que la mente se encontraba aletargada por el silencio incómodo, pero ruidoso.
El tic-tac del reloj que colgaba en la pared encima de la recepción, llenaba todos los espacios con la claridad con que resuena un martillo sobre un yunque, amenazante y lento, interminable, agobiante. Cada golpe de su aguja mayor era un mazazo a los sentidos, luego de un largo tiempo, se podría sentir o creer, que el tic-tac comenzaba a regular los latidos. Envolviendo y aturdiendo con un sordo latir. Sin pausas, dominando los momentos, como la espada de Damocles, que pendiendo de un hilo, dominaba ese momento.
El sonido del viejo reloj, marcaba las horas y minutos de la vida de los presentes, que aguardan, pacientes y aburridos, entregados, humillados y conscientes, que el tic-tac, que resonaba en todos los rincones, duraría una eternidad.


Gabriel
07/04/09

jueves, 7 de mayo de 2009

EL ATICO

Al quedarse solo, recuerda lo que dijo su abuela, -no subas al ático-. Las palabras retumban en sus oídos. Lentamente sube las escaleras, ansioso, con temor, pero la intriga es mayor que todos esos sentimientos. Al llegar al pasillo superior que comunica las habitaciones, mira por un momento hacia arriba, donde se encuentra la entrada prohibida.
Con el gancho toma la cadena que cuelga de la puerta trampa del techo, al tirar de ella, sale una escalera y una nube de tierra, que tarda un momento en irse. Sube con la linterna en la mano que tenia preparada hace mucho tiempo, esperando el momento oportuno de subir. Al asomar la cabeza, siente el olor a humedad y moho, al encierro prolongado y a la soledad. Al iluminar con la linterna, puede ver las telarañas que cuelgan por todos lados. El reflejo de la luz en un espejo de pie lo asusta un momento. Al recorrer el lugar, ve muchos muebles viejos, cubiertos con sábanas blancas y tierra. Baúles y cajas amontonados, como si alguien los hubiera revisado. Un ruido entre unas cajas, llama su atención. Al apuntar de manera temblorosa con la linterna en esa dirección, las sombras fantasmales, creadas por la luz y la variedad de objetos amontonados por ahí, le inspiraban más miedo aún.
El brillo casi demoníaco de unos ojos iluminados por la linterna, asomando detrás de un baúl, lo deja helado, sin poder ni siquiera pensar en algo, en escapar, en protegerse, en gritar. Con las dos manos apunta mejor con la luz, los ojos ya no están, pero se escucha un imperceptible ruido, como de arrastrar algo por el piso. Un sudor helado le corre desde la frente hasta el cuello, al llegar a la espalda, un escalofrío domina todo su cuerpo y el temblor de las manos ya es incontrolable. Al darse la vuelta en dirección a la escalera, el ruido se hace mas fuerte, entre el y la puerta trampa, que lo llevaría a la libertad. Intenta rodearlo, pasar por el costado, pero a cada movimiento suyo, el ruido también lo acompaña, lo sigue, cortándole le camino de salida. Mira las ventanas tapiadas, cerradas a cal y canto. No hay forma de salir, de huir. Intenta correr, pero al hacerlo, casi cerca de la puerta, tropieza con algo y cae al suelo, el polvillo fino de tierra lo ciega un momento, al tantear el piso para levantarse, toca algo de metal, pesado y frío. Una cadena. Los eslabones van hacia la obscuridad, alcanza a ver una argolla grande fija en la pared, donde la cadena se unía. El ruido de arrastre se silencia delante de la figura aún arrodillada en el piso por la caída. Al mirar hacia arriba, un grito entrecortado, un alarido de terror salió de su garganta. La figura encadenada delante de él, con la ropa vieja y rota, era su propia imagen, era como mirarse en un espejo, como si fuese su gemelo, ese, fue su último pensamiento antes de desmayarse por la impresión causada. Antes de caer al suelo nuevamente, escucha una risa, una risa profunda, de triunfo.
Al despertar, le costó recordar en donde estaba, los grilletes en sus muñecas y la cadena larga de la pared, le recordaron el horror vivido, en la semi obscuridad, vio que tenía puesta la ropa vieja y rota, se dio cuenta de lo sucedido, quiso gritar, intentó, pero de su boca no salió ningún ruido, mudo por el terror, desesperado, enloquecido, sacudió sus cadenas inútilmente, las cadenas que su hermano le había puesto.


Gabriel
30/04/09

OBSERVAR

Solamente se podía ver la claridad del amanecer. El muchacho al despertarse de un sueño pesado, daba una primera mirada al ventanal, única porción del mundo visual y paisajístico que tenía para observar. La enfermedad degenerativa de sus músculos y huesos, iba atrofiándolo e incapacitándolo cada día más. Luego con la boca tomaba un llamador colgando a un costado de la cabecera de la cama, para avisarle a su madre, que ya se había despertado.

En este estado de salud, solo podía mover la cabeza y apenas los hombros. Por lo que necesitaba atención continua, para comer, lavarse, cambiarse. Esto no lo frustraba ya que disfrutaba de la hermosa vista que tenía enfrente, y aunque su rara enfermedad lo llevaría con el tiempo a morir, sabía que tenía tiempo para disfrutar de los pequeños detalles que veía a través de la ventana. Un universo paralelo, a su propio mundo paralelo en la cama.

Podía ver un sinfín de vida silvestre, que se acercaban sin miedo a la ventana.

Estaban en ese lugar, a pedido de el, para pasar el más maravilloso momento, en su lugar, su vida, su bosque.

La cabaña situada en el medio de un claro del bosque, la cabaña se imponía ante todos los árboles, construida gracias a sus propios hermanos, que fueron talados para construir la pequeña cabaña, pero firme y abrigada.

Pasaba horas mirando por esa ventana, los árboles, que ya los conocía como si fueran suyos, detalles de sus ramas, corteza y raíces. Cualquier cambio por el clima o los animales, se daba cuenta al instante.

El desayuno estaba listo, casi siempre acompañado por la compañía de su perro, ya entrado en años que también se conformaba mirando desde la ventana, quizá añorando las correrías pasadas. Su madre, única compañera en la cabaña, de carácter firme y una fortaleza imbatible, hacía ya un año que lo cuidaba, rogando que fueran más años aún.

La vida en la cabaña era distendida, amena, más que alegre. Y así, pasaban los días, las estaciones del año, observando, apreciando, todo lo que alcanzaban a ver sus ojos, a través de esa ventana.



Gabriel

18/04/09

lunes, 4 de mayo de 2009

MANOS

El escultor, posó sus manos sobre la piedra fría y sin formas, solo un bloque de mármol. Que aún no había sido cortado ni tallado.

Miraba absorto y pensaba en como trasladar lo que había en su mente a la roca. Los cinceles y el martillo en su mano, un bosquejo en papel, como para tener una referencia de tamaño.

Las imágenes de lo que iba a esculpir, se mezclaban con el pasado, algo que no podía olvidar en su recuerdo.

Al comenzar a tallar sonríe, porque se vislumbra con el primer golpe, que sería su mejor obra, la que perduraría por los tiempos, la que sería estudiada, copiada, loada en el futuro, cuando sus cinceles ya no fueran mas que polvo.

Llevando ya varios años en la tarea, el artista entrado en años, con muchas obras de arte aclamadas, aún no terminaba su mejor escultura.

En el ocaso de su vida, faltaban pocos golpes para terminar, sintiendo que serían sus últimos momentos como escultor.

Al finalizar la obra, deja quedamente el cincel y martillo, da unos pasos hacia atrás, observa mucho tiempo, pareciera que se detiene el tiempo.

Haciéndose de noche, cuando las velas ya solo producían sombras sobre la piedra. Se da cuenta que ya jamás podría crear algo mejor, o más hermoso que esa única escultura.

Lo que tanto tardó en terminar y consumió sus últimos años de vida, era la imagen de sus manos.

Las que supieron amar, abrazar, trabajar la roca, las que dejaron sus obras al alcance del mundo.

Y así, se sentó a descansar, al pie de sus manos, recordó todo lo que tardó en terminar, su sueño concluido, sumido en estos pensamientos se durmió.

Al amanecer, fue encontrado por un discípulo, en la misma posición, sentado, recostado en su obra, sus manos se confundían con las de piedra, casi la misma blancura que la del mármol, la blancura de la muerte.





Gabriel

15/04/09

miércoles, 22 de abril de 2009

QUIROFANO




Lo primero que se notaba al entrar, era el olor a alcohol, medicamentos y el olor característico a instrumentos de metal, a acero, hierro, oxígeno, pervinox y gasa.
En el centro de la habitación, se encontraba la camilla, como si fuera el sol, todo giraba alrededor de ella, médicos, enfermeras, instrumental, pacientes.
Antes de ingresar, se debía esperar en una sala, que parecía la sala de condenados a muerte, por las caras de sufrimiento por la tensión.
La luz que iluminaba la mesa de operaciones, parecía la de une estadio de fútbol, que no dejaba escapar ni un solo movimiento.
El monitor cardíaco, parecía un robot con su Bip-Bip-Bip, que resonaba en la habitación estéril.
Al ingresar lo despojaban a uno de toda su intimidad, y lo obligaban a ponerse una bata, que cubría todo, menos lo que uno quería cubrir mucho más, la dignidad.
Las enfermeras con esos barbijos, ocultando su rostro, pero que igualmente se podía sentir en sus ojos, la paz que transmitían, para tranquilizar al tembloroso paciente en bata.
El anestesista, siempre cómico y burlón. Bueno, yo soy el que te va a dormir. A ver, a ver, contá hasta 10. 1-2-3-4, antes de llegar a 5, caía uno en ese sueño profundo, sin temor alas pesadillas. Ya que en ese reino obscuro, causado por la anestesia, era la nada en si misma, quizá comparada con la muerte.
Pero a veces, algún paciente, duro de ser dormido, solía despertarse, levantar la cabeza, mirar a su alrededor, como tomando nota mental de lo que veía.
Los rostros cubiertos, inclinados sobre el, como héroes con sus caras tapadas, paladines de la justicia ante el dolor.
No, recostate, dormite, alcanzaba a escuchar el paciente, antes de recostar la cabeza pesadamente, y dejar en manos de esos héroes de cara cubierta, su cuerpo, que era su templo. Así como era un santuario el quirófano, para ellos.


Gabriel
14/04/09

MANOTA




Le decían Manota, cruel y al mismo tiempo cariñoso era el sobrenombre que tenía el niño. Desde pequeño, el crecimiento de su mano derecha había sido mucho mayor en comparación con la izquierda. Pero esta condición para nada le quitaba el ánimo, siempre afectuoso y ocurrente. Solía decirle a la gente, que si lo necesitaban para matar mosquitos, o sacar el humo del cigarrillo de una habitación, que lo llamaran, que seguramente iba en su bote remando a mano, para así llegar más rápido, aclaraba el.
Su padre, un hombre con poca inteligencia, pero mucha practicidad, le enseño que las dotes y capacidades que cada persona poseía, solo provenían de la perseverancia sobre el fracaso.
Así que, considerando que su mano enorme le iba a acompañar a todos lados, aprendió a utilizarla del mejor modo posible.
Un ejemplo destacado, era cuando jugaba a la pelota con sus amigos, siempre lo elegían de arquero, creyendo que tendrían aun ventaja a favor con su manota.
Pero Manota, con el tiempo se dio cuenta que al levantar la mano, para atajar la pelota lanzada por el jugador contrario, tapaba toda la visión con su manota y no veía la pelota, que indefectiblemente, pasaba inadvertida por el susodicho arquero, solo restaba escuchar el festejo del otro equipo.
A pesar de todo lo que sucedía, sabía sobrellevarlo de manera muy elegante.
Decía que tapaba el sol con su mano, para no encandilarse, y justo en ese momento, pasaba la pelota.
Claro que todo esto, le ocurría a un niño d e10 años, digamos que tuvo que crecer un poco de golpe, junto con su mano. La gente a su alrededor siempre era un sinfín de preguntas, cuando no lo conocían y veían esa mano que era tres veces mas grande que la otra mano. Pero el decía que su manota era la normal, que la otra mano la pequeña, era la enferma pero que en algún momento algún médico encontraría la forma de hacerla crecer y que sean las dos parejas.
Las personas al ver ese sentimiento de confianza que tenía, se maravillaban por ese niño adulto, que los llevaba a un mundo en donde lo anormal se hacía perfecto, anormal porque así lo veían ellos, el niño veía lo contrario en su mano, era su compañera, su amiga, era su sombra. Y eso, lo hacía perfecto.


Gabriel
07/04/09

PAISAJE

La ventana no era muy grande, de un tamaño mediano se podría decir, pero ocupaba casi toda la pared de la habitación.
Esta se encontraba en la parte superior de la cabaña, con varias habitaciones más grandes. Pero aquellas no poseían una ventana tan hermosa y bellamente decorada como la mencionada. Ni se podía apreciar la vista que desde ella se tenía.
En invierno, era desde aquí, donde se podía observar como comenzaban a caer los copos de nieve, los primeros suavemente, con pereza de llegar al suelo.
En primavera, la floración, el crecimiento de la vida y los seres que poblaban ese bosque, se acercaban, cada vez más, para espiar desde afuera, lo que ocurría detrás de la ventana.
Las hojas muertas que el otoño y el viento frío, arrancaban de los árboles, quedando desnudos, tristes y cabizbajos, se arremolinaban y se posaban sobre le vidrio de la ventana, quedando marcas fantasmales, como de manos, cuando las hojas se caían irremediablemente al suelo.
Cuando el calor del verano era superior a lo normal, la pequeña ventana se abría para dejar entrar la brisa fresca, como si fuera una caricia al pasar, tenue, anhelante.
Todo esto se podía apreciar desde aquella ventana indiscreta, los recónditos secretos del bosque, eran descubiertos y observados de tan cómoda posición.
Un sin fin de emociones visuales, se vislumbraba para el que quisiera ver, sentir, palpar, emocionar.
Se podría resumir en pocas palabras, aseverar, que el paisaje, quitaba el aliento.



Gabriel Duarte
07/04/09

SILENCIO




El pasillo era largo, pero no obscuro, sus paredes blancas por el color de la pintura brillante, daba una sensación de luminosidad misteriosa, como si fuera un halo, para el que mirara desde el principio del angosto pasillo.
Al mirar luengo de un rato, parecía que se hacía cada vez más angosto y pequeño, donde ya no se podía ver el final. Unos bancos bajos servían de descanso, para aquel que se cansara de estar apoyado en la pared fría. Dicho sea de paso, la gente prefería estar de pie, que sentir la dura tortura medieval que sentían enseguida de sentarse en esos tablones de madera. Quizá, a raíz de los bancos incómodos y el pasillo que cada vez se angostaba más, las personas se sentían intranquilas, no tenían miedo, pero si desconfianza.
Unos radiadores de agua caliente raquíticos, terminaban por decorar, las paredes etéreas, inocuas y a la vez, misteriosas. Nadie todavía, había podido descifrar el silencio que acontecía, al llegar un extraño al conocido pasillo. Todos los presentes esquivaban su mirada, eludiendo la consabida pregunta, ¿se dieron cuenta que el pasillo pareciera angostarse?
Un silencio sepulcral luego de esas palabras, nadie se atrevía a buscar una explicación lógica. El nuevo, el recién llegado, también se sumía en sus pensamientos sobre dicho fenómeno. Las miradas cómplices, decían que ese silencio, era lo mejor que tenían, quizá al encontrar una respuesta, se terminaría el misterio del pasillo, con eso, se enterarían algún terrorífico secreto, y no tenían intenciones de saberlo.
Las personas fueron y vinieron durante años, cambios de pintura, nuevos bancos, más incómodos claro. Nueva gente que llegaba ahí, pero siempre, el mismo silencio, solamente se podía escuchar el murmullo de las zapatillas blancas de las enfermeras en sus quehaceres, como un fru-fru, que cambiaba la monotonía del lugar.
Los médicos abriendo las puertas de los consultorios llamando a los esperanzados asomándose al pasillo.
El hospital hacia décadas que estaba abandonado y cerrado, quedando solo una tenue luz que ingresaba por las ventanas, y las motas de polvo danzando al compás de la lluvia que se filtraba por los techos, solamente el eco se podía oír, el eco del silencio, que aturde, atonta y desorienta. Ese silencio que a uno mismo, lo empujaba, arrastraba, atraía hacia el pasillo, que continuaba ahí, sin cambios, de pie.
Ese pasillo interminable, angosto, blanco, fantasmal


Gabriel Duarte
14/04/09

SEGUNDA OPINION

Pero doctor… ¿es grave entonces?
-así es. Es el único caso que he visto así en mis años de medico.
¿Y que puedo hacer entonces para revertir la situación?
-¡¡¡imposible!!! El desgaste que ha tenido, no se puedo volver a reparar.
¡¡¡Pero alguna terapia alternativa debe existir!!!!
No puedo quedarme con solo su opinión, ¿y si ud está equivocado?
-pida una segunda opinión, pero le dirán lo mismo.
¿Adónde puedo ir? ¿Quién es el mejor especialista en el mundo?
-en el Tibet vive un sabio, que quizá le pueda ayudar, búsquelo, es un ermitaño que sabe todas las respuestas a las preguntas del mundo.
Gracias doctor, ya mismo salgo a buscarlo.

He atravesado el mundo completo y pasé mil peripecias para encontrarlo….
-aquí me tienes, pero si quieres mi opinión, deberás vivir aquí conmigo durante un año.
-es la única manera de conocerte de verdad. Y mi juicio así, seria justo.
Está bien, lo haré, si es la única forma, lo acepto.
-que así sea.
Ya ha pasado un año, necesito que me dé su opinión y que tengo hacer para revertir mi condición.
-luego de conocerte todo este tiempo, mi conclusión es que tenías el corazón roto.
Pero… ¡eso ya lo sabía!
He perdido el tiempo esperando y esperando cuando podría haber buscado la solución a mi problema en otro lado.
-¿Qué sientes en tu corazón ahora, te duele?
No, ya no me duele.
-esa es mi respuesta al dolor en tu corazón…tiempo al tiempo.


Gabriel
24/05/08

EL ENCUENTRO

El murmullo del lago me despierta de mi letargo, cuan largo se hace el sueño vivido, olvido el tiempo…mirando el agua. Solo el correr del agua cristalina lava mi mente, no me deja pensar, solamente…estar.
Comienza a nevar, suaves plumones de nieve comienzan a blanquear mi cuerpo, me recuesto en un árbol, que me da refugio momentáneo. Siento que me observan, una presencia cerca de mí, cierro mis ojos y mentalmente llamo….ven!
Suavemente se asoma, se acerca tímidamente, paraíso perdido que me regala estas emociones. Sus ojos se mueven intranquilos, hasta que le ofrezco mi mano y avanza sin temor. Nuestros ojos se encuentran, en los míos, anteriormente velados por la tristeza y la soledad… ahora, reflejan el placer del encuentro, y en los suyos…curiosidad.
Comienza a nevar más fuerte, una cortina blanca, suave, nos cubre por completo.
El tiempo se detiene, todo sucede mas lento a mi alrededor, mi mano le acaricia el hocico…sonríe por la sensación nunca antes sentida.
Le hablo suavemente y comprende mi caricia, no se necesita otro lenguaje. Escucha un ruido y se estremece, hay un atisbo de despedida, una última mirada y se pierde en el bosque.
Miro por entre los árboles, dejó de nevar….me preparo para volver a la cabaña, pensando en el calor de la cocina a leña.
Siento que me observan nuevamente…encuentro unas huellas de ciervo en la nieve.
Y sonrío…la cabaña puede esperar.



Gabriel
22/05/08

MI CORAZON

El amanecer llega antes que cierre los ojos, los recuerdos pasados no se van de mi mente, se pierden en mis pensamientos, buscando donde anidar. Ya cansado de esto, intento dormir, solamente para seguir…soñando con lo mismo. Cuan difícil se hace olvidar al corazón. Tiene memoria propia, por más que olvide ciegamente, el me lo recuerda todas las noches.
Arrancármelo sería una sabia elección, pero lamentablemente, lo uso para escribir mis emociones en estas líneas.
Tal vez, tendría que amordazarlo, la única forma que no me hable más, y deje de aturdirme con su palabra. ¿Cuanto tiempo tendré hasta el colapso total?
Inútilmente intento pensar en otra cosa, imposible….sigue mi mente aturdida y adormecida. Como si toda la vida que había en mí, se hubiera esfumado de golpe… a veces, toco mi pecho, para sentir los latidos….y darme cuenta que sigo vivo….físicamente.
Mi corazón me domina, me subyuga, firmemente, no me deja pensar con claridad, sigo preso a sus pies, sin saber él, que liberándome….los dos seríamos libres.



Gabriel
13/05/08

SOY FEMINISTA

Si señor…
¿Y como es esto? Me gusta la mujer que trabaja, estudia, que lucha la vida y que cree que es una MUJER con letras de molde…que no sea una mujer con cerebro de nena que no sabe lo que quiere, y que histeriquea en todos lados, que tiene los pies muy sobre la tierra y pisando fuerte para que lo demás sepan que ahí viene. La que deja todo por el placer de cuidar su casa y ver a sus hijos crecer, dejando de lado su propio futuro ya que entiende que su realización va mas allá de una independencia económica, ya que no depende de nadie para poder existir.
Ayudar con las quehaceres de la casa para que ella pueda tener tiempo libre para lo que quiera emprender, trabajar lo suficiente como para que no tenga que pensar… ¿como hago este mes?
La que gracias a sus logros en la vida, merece el respeto y admiración de la gente que la rodea…la que no debe pedirme dinero ya que ella tiene mucho más que yo por saber ahorrar dinero de su trabajo en donde yo gasto a dos manos. Pero que me engañe para darle dinero para poder comprarse cosas lindas para ella sin tener que gastar de su sueldo.
Hacerle masajes cuando esté cansada sin que me lo pida antes. Que con solo una mirada me exija que ponga más atención en ella. Que solamente desee salir de joda solo conmigo, aunque luego salga con sus amigas.
O sea…la mujer que con el simple hecho de nombrarla a alguien, este suspire de envidia.
Bueno es fácil si lo vemos así, me gusta cocinar para la mujer que amo y los seres que la rodean, quiero que llegue a casa y me encuentre con la comida lista, (ya que las mujeres cocinan por necesidad y no por gusto) para verla caerse rendida de cansancio y de amor por esperarla así.
Que salga con sus amigas pero que esté siempre pendiente de si estoy en casa cuidando los chicos…y si cené.
En realidad quiero estar a su sombra, para ver de cerca lo que sostiene semejante fortaleza, y adorarla como jamás lo ha sentido, que sepa que siempre en mi vida será lo primero y lo último. Que al mirarla diga yo...guau! ¿Que hice para tener una mujer así conmigo?
Que en nuestras charlas salga ganando, ya que es más inteligente que yo y su astucia hace que la idolatre más que a Cleopatra.
Pero también mi parte machista quiere que…a ver…en realidad…
No quiero que haga nada…ya con respirar es suficiente, que guarde energías para acompañarme en mis salidas acuáticas o de campamento en algún lugar remoto.


Gabriel Duarte

Mayo 2008