Nuestra
vida es una serie de momentos. Déjalos ir.
Las
fuerzas se iban días tras días. Ya no había dolor, solo la calma y los bellos
sueños que deja la morfina. Era el punto en que uno está en paz con el mundo y
consigo mismo. Años luchó, pero la enfermedad ganó. Pudo extender su vida unos
meses más. Pero prefería vivir sus últimos momentos sin terapias ya inocuas.
A veces
despertaba de un sueño y le pedía a ella que no le deje caer. Que lo sostenga
en sus brazos. Para sentirse vivo un poco más.
La cama
era su mundo, todo lo hacía en ella. Un día supo que sería el último. Y se vió rodeado de la gente que amaba. Los calmantes no le permitían estar del todo
consciente, pero los sentía a su alrededor hablando. No podía hablar, pero en
su mente sonaban las palabras más tiernas.
Le
dolía irse y dejarla sola, pero los recuerdos de ese tiempo juntos ,la muerte
no podría borrarlos, sabía que esas imágenes la harían más fuerte.
Abrió
sus ojos y les agradeció con ellos todo el amor que le dieron.
Nuestra
vida es una serie de momentos. Déjalos ir.