Tomó una decisión, sería dura e incómoda. Y muy dolorosa. Pero no había otra forma de salvar la situación. Su vida no era lo que esperaba, estaba entre la espada y la pared y aunque fácil, no era lo que el resto esperaría de él. Más nadie podría decir lo contrario ni opinar. Estaba solo, era algo que había decidido, no quería ser una carga para otra persona con lo que haría. La distancia en estos casos es lo mejor. Lo había investigado bien, no quería cometer errores. En internet busco como hacer correctamente el nudo, no podía cometer errores en ese punto. Estuvo horas mirando videos y practicando, hasta que se volvió hábil. Esa noche cocinó, escribió un par de cartas para las personas que creía que podían a llegar a encontrarlo así. Vencido, doblegado por la vida lloró hasta que las lágrimas fueron en realidad un bálsamo, una caricia que tocó su corazón. Pensó mucho en lo que la gente diría al enterarse, pero ya no le importaba el qué dirán. Era él y solo él quien manejaba su vida y prefería seguir así. Nadie podía estar en sus zapatos y vivir como lo hacía.
Esa noche durmió bien como hacía meses no lo hacía, se bañó y desayunó. Tomó la soga y le hizo los nudos como había aprendido, la pasó alrededor suyo y la ató. Ahora sí, ya no se le caía el pantalón, a falta de dinero para comprar un cinto nuevo, habían otras soluciones.