Destino esquivo que no supo encontrar, ayeres pasaron y las
mañanas son confusas. El presente como un regalo no quiere entrar en el pecho
acongojado. Solo se sienta en la puerta de las afrentas y traiciones.
Traiciones, una palabra tan fuerte que se me atraganta. La saliva espesa
quisiera ser tragada, pero la garganta atorada con el corazón, no puede pasar.
Solo el hastío es más fuerte que el dolor. Corazones rotos
que fueron atormentados con fantasías de amor inconclusos.
¿Quién no fue endulzado con las suaves caricias de un
corazón? Y encontrarse con el amargo despecho de la traición.
La noche es larga, no esta hecha para dormir, para sufrir
quizá. En donde el reposo es ganancia de los ingenuos. Para los que viven en la
vorágine de la vida es un psicólogo que no cobra en dinero, se lleva las horas
de sueño.
Malos pensamientos se acurrucan en la mano, crispadas de
furia, blancos nudillos que antaño supieron acariciar, amar, adular. Hoy se
meces esperando la oportunidad de dar ese golpe mortal a uno mismo, del que ya
nada tiene, del que ya nada tendrá.
Suspiros y susurros llenan la noche. Son cánticos de llanto
y dolor. Son alabanzas del corazón roto, esperando, rogando que el cruel
martirio termine, para no dar más los ojos en regalía. Los ojos del destino que
ya no miran, solo se quedan secos y resquebrajados.
Alguna vez el cuerpo ajado, supo ser un procer alado. El que
remontaba en las nubes del cariño. Donde un Te amo era su alimento. En cual se
sumergían en aguas del infinito. Para ser uno solo, los dos pares de ojos.
El infierno gobierna en mí, poesías sin escribir, muchos te
amo sin decir. Calambres de la mente debo padecer, en donde los misterios del
alma quise sostener.
El alma que casi creía tener. El calor espiritual que me
sacó al robármelo.
Solo recuerdos de un viaje a donde no fue. Un camino que
nadie recorrió.
Sigo esperando los vueltos del corazón. Ese que una vez soñó
con razón. Ser el único en la tierra.
Y se partió en dos.