Su corazón helado de sensaciones no podía derretirse así nada más. Hacía mucho tiempo que había perdido la capacidad de amar, la perdió cuando ella se fué, creía que algún día volvería a vivir esa sensación de electricidad en el cuerpo. Eso nunca pasaría.
En el supermercado elegía los alimentos al azar, para demorar más tiempo, intentaba poder mezclarse entre la gente sin sentirles miedo, pero la burda y patética imagen que tenía de si mismo hacía que terminara rápido las compras, elegía siempre lo mismo, verduras para la sopa y harina para hacer pan.
Lo hacía tan mecánicamente que no veía nada más que eso en las góndolas, daba varias vueltas sin mirar, o “mirando sin mirar” realmente perdido en la nada, su mente en blanco.
A veces se detenía en la sección juguetes, pero después de un tiempo logro convencerse de lo inútil que era aquello, no tenía dinero ni ánimo para comprar lo que no podía dar, vivía al día.
Sacaba un préstamo para pagar las cuentas y con otro préstamo pagaba el préstamo anterior y así en un círculo vicioso de jamás acabar.
Se convencía que todo cambiaría, ponía todas sus fuerzas en eso, pero al despertar en la mañana y sentir ese vacío en su habitación, el vacío de sus alma, las fuerzas se esfumaban y ya no le quedaba más que la rutina diaria, que también le ayudaba a no pensar.
Realmente no le importaba vivir, o quizá no sabía como hacerlo. Muchas veces intentó rescatar su alma, pero fueron tan vanos los intentos que lo dejaba siempre “para otro día”.
Y así pasaban sus días, sus tardes y sus interminables noches. Esa era la peor hora de su vida, la noche. Donde se atormentaba con pensamientos y recuerdos de lo que ya no podría tener o ver. Era un masoquista por elección, pero eso también le infundía fuerzas, el día que dejara de pensar en eso, sería el día que se dejaría morir de tristeza finalmente.
No podía hacer otra cosa que estar en su sillón viendo la televisión, aunque no veía realmente la programación, su mente volaba a todas partes, menos en la realidad. Aunque tomaba psicofármacos, necesitaba luz en su vida, no las pastillas recetadas para sus fobias sociales. El creía que no tenía la culpa y a la vez se sentía culpable de no llenar las expectativas de los demás por su forma de ser.
Tal vez era el temor al no confiar en nadie, ya que no confiaba ni en el mismo. Pensaba que las personas estaban mucho mejor sin su compañía y otras veces sentía que tenía tanto para dar, solo que vivió una vida muy triste y abandónica en su vida, que luego siguió siendo así por costumbre, ni cuando tuvo la oportunidad de ser feliz pudo aceptarlo. Le era más fácil seguir viviendo en la tristeza. Era lo único que conocía.
Intentaba pasar desapercibido y lo conseguía. Ya hacía un mes completo que no salía de su casa, ni lo necesitaba, solo iba a su trabajo, luego se encerraba. El médico decía que estaba deprimido, ¿quién es el médico para saber lo que le pasaba?, no vivía con él. No podía saber lo que le pasaba solo con mirar sus ojos tristes y desolados.
Hubiera deseado tener un mejor trabajo, en donde pudiera sentirse a gusto, feliz. Pero era lo que el “destino” le ofreció. Y se cagaba en el destino. ¿Por qué no se metía a joderle la vida a otro?
Ya tenía suficientes tristezas encima para seguir aguantando sus desaires.
El ruido de personas en la entrada lo sacaron de sus pensamientos turbios y dolidos. Se ajusto la corbata y se puso el saco negro, se miró al espejo, con sus cuarenta años aún sacaba suspiros en las mujeres, solo que ya no le interesaba conocer a alguien, no podría soportar otro abandono por su imbecilidad o la de ella. Se puso el saco negro, un pañuelo al tono en el bolsillo superior, se pasó el peine una última vez y se encaminó a la sala, en donde tendría que servir y atender a los deudos que lloraban al muerto.
una descripción muy buena de la vida gris que a cualquiera puede tocarle vivir . Un abrazo
ResponderEliminarsii tal cual....muy buena la descripción!!!seguramente aca hay algo de fantasía y algo de realidad no??? abrazo gabriel!!!
ResponderEliminarMe gustó,me gustó Gabriel de Esquel,que hermoso tu pago!!!
ResponderEliminarMe gustó,me gustó tu cuento.Hermoso pago el tuyo Gabriel!!!
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