Tenía
los ojos enrojecidos por la furia. Cortaba las articulaciones con una cuchilla
grande de carnicero. El delantal
manchado de sangre goteaba el líquido hasta el piso, salpicando las botas de
goma que se había puesto.
Las
articulaciones no eran una preocupación para él. Había estudiado mucho como
destazar y cortar articulaciones con su cuchillo.
Trataba
de serenarse para hacer las cosas bien, pero el odio le carcomía la cabeza, su
corazón latía a tal punto que creyó le daría un infarto.
Intentó
respirar más tranquilo, aspirando profundamente el aire varias veces, pero al
ver el desastre que era la mesa, le daba más bronca aún.
El
delantal verde camuflado que usaba en ese momento esta completamente teñido de
sangre, quizá hasta debería quemarlo para no dejar rastros, no confiaba en su
lavarropas, siempre podía quedar alguna prueba incriminatoria.
Sus manos
iban y venían, el cuchillo en ellas parecía danzar en un baile macabro.
En un
momento escuchó ruidos y su corazón casi se paralizó por el terror. El reguero
de sangre que dejó desde la cocina hasta la puerta de entrada parecía la
alfombra roja que usaban los famosos.
No había
nadie. Se sentía casi paranoico. No quería que le pescaran en pleno acto. Miro las
casas de los vecinos, ni una luz que indicara que alguien lo estaba espiando. Por
las dudas se acercó hasta el muro y se asomó a mirar. Solo había un perro
dormido. Volvió a la cocina más aliviado.
Siguió con
el ritual del cuchillo. Estuvo así un par de horas más. Cuando terminó guardó
los restos en una bolsa y tranquilamente se preparó para bañarse y quitarse
todo indicio que le delatara. Puso el delantal verde a lavar, no daba para
quemarlo, cada vez tendría que comprar uno nuevo y le saldría carísimo.
Se estaba
bañando cuando escuchó un auto que estacionaba en la entrada de su casa. A pesar
de lavarse con agua caliente un sudor frío corrió por su espalda. Tenía terror
que su mujer se diera cuenta.
Cuando
sale, encuentra a su mujer sentada en el sillón llorando. En sus manos estaba
el delantal que a pesar del agua y el jabón, no se le habían ido las manchas de
sangre.
Su propia
sangre se agolpó en su cabeza. Fue como un martillazo a los sentidos. Se sentó
en una silla frente a ella, no podía hablar, solo esperaba la interrogación.
—¿Qué
locura hiciste ahora? Pregunta ella gritándole.
Después de
una pausa casi eterna el contesta.
—Pensé
que nunca te darías cuenta. Lo hice por los dos. Necesitaba hacerlo.
—¿Vos sabes
las consecuencias de esto? Le pregunta enjugándose las lágrimas con el
delantal.
—Sí —responde
asintiendo con la cabeza, mientras unas gotas de sudor de miedo cayeron para
confundirse con la sangre que había quedado sin limpiar en el suelo. Al darse
cuenta de esto rompe en llanto.
—Quise
lo mejor para los dos. Pero sé que no alcanza. No alcanza.
Se levanta
y abre el horno de la cocina, dentro en una bandeja se cocinaba un pollo. Los restos
de un pollo destrozado mal cortado.
—Quería
darte la sorpresa de cocinar para vos.
Ella tomó
el delantal rojo en sangre que anteriormente había sido verde, se acercó hasta
el tacho de la basura y lo metió en el.
Volvió a
sentarse en el sillón.
Las lágrimas
corrían abundantemente por su cara, mojando su camisa.
—Pensé
era lo mejor para los dos —le dice él en un vano intento de encontrar consenso.
—Hiciste
mierda el pollo estúpido. Ahora voy a tener que cocinar yo — le grita la mujer.
En la
casa se hizo el silencio.
SORPRENDENTE, FANTÁSTICO, TRAGI-CÓMICO, ME GUSTO, ME HICISTE ASUSTAR Y REÍR, TE SIGO LEYENDO, SIEMPRE.......UN ABRAZO Y FELIZ DÍA DE REYES
ResponderEliminargracias
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