Corrió apenas la cortina de
la ventana. Acomodó el rifle sobre su brazo, el silenciador apoyado en un
bípode le daba más estabilidad a la mira telescópica. Un sensor de viento le
indicaba en un display electrónico la fuerza y dirección del aire. Apuntó el telémetro
una vez más para medir la distancia entre su rifle y el blanco. Dos mil
quinientos metros, la bala viajaría unos cuatro segundos hasta impactar en la
cabeza del hombre.
La bala de alto poder tenía
en la punta uranio enriquecido, aunque no le diera de lleno en la cabeza, la
explosión igualmente le volaría la cabeza como una sandía pisada por un camión,
ese tipo de proyectil se usaba comúnmente para dispararle a camiones y tanques
blindados. Por eso no era necesario un segundo disparo.
El hombre sale del Ministerio
de Educación, se para sobre las escalinatas y pide la palabra. Mientras toma
el micrófono, el asesino apostado carga
una única bala en la recamara, cuando comienza a hablar cierra la recamara y la
bala quedó en perfecta posición. Revisó la mira y luego de corregir un par de
grados, suspiró satisfecho.
Le subió el volumen a la
radio.
Se escuchaba el discurso que
el Ministro daba ante los maestros. Y de fondo claramente como la gente lo
abucheaba.
Ese fue el momento que estaba
esperando.
Apenas sonó en la habitación
el clic del gatillo, la bala subsónica escupió un pum suave y bajo. Y partió
buscando la imagen que aún se veía en la retícula de la mira.
Cinco segundos y medio
después, una nube rosa inundó la cabeza del ministro como una aureola. El
estupor duró unos segundos, porque desde tal distancia disparada, a ese lugar
no llegaba el ruido, el estampido del rifle, que además estaba amortiguado por
el silenciador.
Mientras la gente de
seguridad se agolpaba para atender al hombre caído, el asesino se dispone a
desarmar el arma y luego la pone dentro de un maletín.
Al bajar por las escaleras
del edificio abandonado, saca el celular del bolsillo y llama a su mujer que es
docente.
-Listo mi amor, esta hecho.
Ya no habrá mas discusiones –le dice sonriendo.
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