martes, 16 de mayo de 2017

HAMBRIENTOS



Estaban los dos monstruos agazapados frente a la casa, era una casa de campo con animales de granja gallinas, pavos, patos y lechones, casa pequeña pero bonita.
No eran dos monstruos como los que pintan en las películas o tipo expedientes secretos x, no tenían dos cabezas ni dos bocas. Sencillamente eran feos, absolutamente feos, horrorosos, al estilo Frankeistein. Amplias jorobas en sus espaldas y sus voces eran rasposas y un poco chillona, escucharlos hablar aterraba. Eran hermanos abandonados a su suerte, escondidos en el bosque y nadie sabía de su presencia.
Volviendo al tema, los dos esperaban el momento justo, que el dueño de casa se acostara a dormir, los monstruos tenían un gusto por la comida, como decirlo…muy especial.
Así que ahí estaban famélicos, casi gritando de hambre, no podían comer tan seguido como quisieran, si lo hicieran alertarían al poblado cercano y alrededores y serían perseguidos, cazados como conejos.
Tenían los dientes puntiagudos tipo dientes de tiburón y se pasaban la lengua por las puntas, como aceitando la herramienta. Las tripas sonaban como tambores, exigiendo ya la comida.
No aguantaron más, salieron del escondite y sin esperar que el hombre se durmiera atacaron, no les importaba nada en ese momento, solo la sed de carne.
Los gritos sonaban en el aire y reverberaban en el bosque, se llevaban la presa a su escondite y los gritos se esfumaban como migajas de pan dejados por niños perdidos.
Por el camino se gritaban uno a otro, desesperados por morder y comer. Ya en su escondite decidían si asarlo o hervirlo. Llegaron a la conclusión que asado siempre había sido más sabroso. Quien podría negarse a ese aroma.
Mientras uno hacía el fuego el otro iba descuartizando el cuerpo con gran habilidad. Cortaba, separaba articulaciones como un cirujano, o mejor quizá. Lo clavaron en una estaca y lo acercaron al fuego, al rato se sentía el olor a carne asada.
Cuando terminaron de cocinarlo se sentaron a devorar la carne blanca asada, tierna y a punto, como debe ser.
Cuando están comiendo se ponen a discutir.
-Estoy cansado de matar así.
-Es la única forma que nos queda –le contesta el hermano tragando un gran trozo de carne.
-Es que estoy cansado de comer lechón.
-Callate y come –le grita el hermano.

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