El corazón le palpitaba por cada tienda de niños que pasaba, tal vez la distancia lo ponía más sensible o quizá la cantidad de meses que pasaron desde la partida. Cada juguetería le recordaba lo que ya núnca tendría y la desazón le pegó mucho más que tiempo atrás. Los días eran una tortura de lo que ya no sabía como actuar, no podía caminar, no podía salir y si lo hacía el agotamiento era tal que se arrepentía de haberse escapado del hotel.
Esquivando cientos de personas, miles de desconocidos que lo aterraban sin sentido, el solo hecho de ser más insignificante aún entre todos ellos. En el paso del tren se vió tentado muchas veces de cruzar sin mirar, pero se congregaba tanta gente que le sería imposible hacerlo sin arrastrar a varios consigo. Así que desistió de una idea tan estúpida, tendría que aprender a convivir solo con él mismo y nadie más. En estos obscuros pensamientos estaba cuando la gotera de un aire acondicionado de un 2º piso le mojó el hombro, esto hizo que se corriera a un costado mientras miraba hacia arriba para esquivar el agua. El grito de ¡cuidado! lo hizo mirar al frente y tuvo que dar un salto para esquivar a un delivery en bicicleta que habia subido a la vereda para cortar camino de contramano en la esquina. Mientras lo insultaba como corresponde mirando hacia atrás, el bastón se trabó en una rejilla de aireación del subterráneo y ya insultando a todo Buenos Aires, a su gente, los perros que cagaban por todos lados, a los bondis y sus choferes estúpidos y nerviosos de nada, a la gente que no deja pasar (aún con bastón, silla de ruedas etc)...y lloró.
Largo y tendido lloró,no le importó que la gente lo viera así doblegado por la vida, arrodillado ante la adversidad, entregado...sería la palabra. Rompió su bastón para poder sacarlo de las rejas y buscó la boca del subte detrás de él; y sin mas ceremonia que una risa histérica y diabólica se arrojo escaleras abajo.
Mientras rodaba por los escalones (lease oso patagónico cayendo) la risa histérica que heló la sangre de la gente que lo vió y escuchó, se trasnformó en gemidos de dolor con cada escalonazo que se daba.
Al pie de la escalera se desarrollaba otra situación también riesgosa, pero ajeno a esa situación solo podía escuchar como se rompían sus huesos entre gemido y gemido, al final rebotó y fue a caer sobre un hombre joven apoyado contra una pared y sobre una chica que estaba con él.
Al despertar vió alrededor muchas luces y un hombre de bata médica que le decía -sos un héroe pibe. Lo miraba descolocado, mientras le inyectaron algo que lo hizo dormir.
En el hospital, ya completamente despierto en todo sentido, se sentía tan estúpido por lo que hizo en un arrebato de locura, calor y tristeza. En eso estaba cuando queda estupefacto al ver entrar la cámara de Crónica Tv ("junto al pueblo") y al mismísimo jefe de la ciudad porteña. Lo miraba con la boca abierta sin poder articular ni una palabra o pregunta de lo que estaba pasando.
El hombre carismático comenzó a relatar hacia la cámara de televisión como "este jóven" en un arrojo desmedido sin pensar en su propia seguridad física desarmó tirándose encima de un ladrón que había tomado como rehen a una Transeúnte y la policía intentaba negociar con el criminal. Con tan buena puntería que le rompió el bastón en la nuca y su cuerpo fue a estrellarse entre medio del rehen y el malviviente, consiguiendo con esto, incapacitar al susodicho criminal de tal forma que no pudo hacerle daño a la señorita. Por todo esto: el gobierno de la ciudad le otorga un reconocimiento, que es una placa conmemorativa de su valor y le entregamos un bastón nuevo con empuñadura de bronce como aquel que usara el General San Martín en sus últimos días. También como una muestra de afecto personal lo invitaré a comer sushi en un típico restaurant de la zona de Palermo Soho.
Saliendo de la sonrisa politicamente correcta que tenía el hombre de la ciudad, las camaras de crónica lo enfocan al muchacho y a sus lágrimas, la mujer una rubia muy conocida por sus preguntas de bajo contenido intelectual le pregunta ¿estás contento por esta mención?
-Me quiero ir a casa, es lo único que contesta una y otra vez el muchacho enyesado, mientas empieza a revolear bastonazos a todo el mundo con una risa histérica que heló la sangre de todos los presentes.
Gabriel
lo admiro ,por que sabe llevar a las personas desde la angustia por el personaje hasta una sonrisa por el absurdo ,que maneja tan bien ,tiene usted un don ,
ResponderEliminarGracias...
ResponderEliminarme hizo reir, parece el eterno retorno del personaje de "cartas de un suicida". por qué no publica en papel? asi lo leo cuando me acuesto y no acá sentada que es muy incómodo
ResponderEliminara veces es la voz desesperada que clama por escapar del infierno y esto sucede de forma tragicomica...?
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